Sumergidos entre cremas, ungüentos, pastillas, rezos, encomiendas, están los pacientes que creen en su curación, todos con cabezas medicas diferentes, dispuestos a entregar su salud en manos de quienes creen más astutos. Dan validez a la existencia de todo tipo de medicinas, es decir, que son los que realmente conservan latentes y permiten que los curanderos sigan dando pasos en el mundo de la medicina.
Sin preocuparse por la importancia que tienen, mantienen con vida los rituales y los tratamientos, practicándolos juiciosamente. Son los que aceptaron los cambios y en su momento y son los que, a la vez, lanzaron a fuego de la inquisición a muchos de los curanderos que, con ritos mágicos les brindaban la salud.
Sus creencias radican en el convencimiento de la efectividad de los tratamientos, que los lleva a las diversas formas de curación. “Clark considera que un sistema médico es “un complejo de ideas acerca de las causas y las curas de la enfermedad, ninguna de las cuales es enteramente racional ni completamente irracional. Sus prácticas y la mayoría de sus procedimientos curativos son comprensibles y lógicos a la luz de sus creencias sobre la naturaleza de la salud y las causas de la enfermedad” .
En ocasiones la enfermedad aparece en los pacientes al estar convencidos de que se trata de un maleficio, situación que los lleva paulatinamente a sentirse cerca de la muerte. La familia influye mucho al reconocer este concepto, pues “aceptan que se trata de un maleficio, lo abandonan a su suerte y comienza el agredido a ser mirado como “muerto andando”. El individuo se convence y acepta el veredicto, que acarrea consecuencia fisiológicas, como no comer, deshidratación, abandono vital, etc. En un segunda etapa la comunidad retorna a él en calidad de dolientes estando aun vivo, a la manera en que la iglesia aplica la extremaunción a los moribundos.” Cannon afirma que lo anterior es posible, mostrando como la muerte es provocada por la persistente actividad del sistema “simpático por adrenalina”, puesto en marcha por el temor mágico.
La familia es muy importante en el proceso de aceptación de un diagnostico, debemos recordar que la primera instancia a la que se acude cuando existe una enfermedad o malestar son los familiares o personas cercanas, ellos dan el primer diagnostico de las enfermedades procediendo con la percepción y experimentación de síntomas; nominación y evaluación de la enfermedad; reconocimiento de la clase particular de rol del mal, decidiendo así lo que se debe hacer. La familia puede desechar signos de la enfermedad por considerarlos comunes o naturales o reconocer el papel de enfermo de la persona; establecer las terapias como tratamientos conocidos, llamar a amigos, vecinos parientes o expertos sobre lo que se debe hacer.
Después de calcular la intensidad y síntomas de la enfermedad, se da la elección de la clase de médico al cual acudirán, pues no es un secreto que “los individuos tienen un proceso de socialización cruzada científica, mágica, religiosa y folclórica- resultado de nuestra conformación sociocultural” , es por esto que no es raro encontrar a una persona que normalmente consulta a los curanderos haciendo fila en un hospital o contrario a esto una persona poco crédula acudiendo a un curandero.
Como vemos, la magia se plasma en las crisis institucionales, suplantándolas o a la inversa, los curanderos alcanzan a proyectarse hacia pacientes de la medicina facultativa. Esto da sentido a la integración de la medicina con el “todo cultural que rodea a los individuos y constituye el acervo de la comunidad.”
La asimilación de la enfermedad en los pacientes tiene amplias razones de ser para los curanderos se pueden considerar una forma de castigo, es decir, una agresión indirecta, por ejemplo: la muerte de los hijos de un alcohólico se puede tomar como castigo divino por la violación de la norma que prohíbe la ingestión de alcohol.
Se puede afirmar que las enfermedades consultadas por los pacientes no son puramente biológicas, Prees las define como enfermedades culturales, “los concomitantes sicológicos simbólicos y comportamiento de la enfermedad”, cataloga como enfermedad cultural ; la decisión de buscar el cuidado profesional, y la presentación de la cabeza medica de las precepciones de la enfermedad; y la aceptación de su diagnóstico y sometimiento a sus prescripciones , elementos todos ellos de naturaleza simbólica, afectado por el trasfondo cultural del enfermo, según el cual, cada enfermo expresa y conceptualiza su comportamiento en forma abrumadoramente simbólica, adaptada a una socialización formal e informal.” Es decir, que cada paciente tiene una forma sicológica particular de asimilar la enfermedad.
La fe mueve montañas
Author: Jacqueline Aguirre / Etiquetas: Pacientes
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