UNA FOTO, UN CIGARRILLO,UN DESTINO (brujeria) parte 1

Author: Jacqueline Aguirre / Etiquetas:


“Las brujas no existen; pero de que las hay las hay”, este refrán popular le daba vueltas a mi cabeza, ese día en que conocería a una verdadera bruja o adivinadora, podría saber sobre mi futuro, sobre mi presente, sobre quién me odiaba, a quién conocería, eso decían las personas que me habían hablado de ella.

Llevaba años preguntándome por la existencia de las brujas, casi todos los días escuchaba historias diferentes, “las mujeres del Carmen de Viboral son brujas” me decían las personas de los municipios del oriente y yo con inseguridad respondía que era por la belleza de las mujeres que hipnotizaban a los hombres para que se quedaran con ellos.

El gran mito se me convirtió en una aventura, quería explorar en las historias que contaba mi hermano, en las que una bruja lo ahogaba y rasguñaba en las noches, las historias de mi tío que atrapó a una bruja, con una de las tantas formas que se cuentan; decirles que vengan por sal mientras están molestando, poner un poco de sal en algún lugar de la habitación, poner espejos en los cuartos, en fin, el sin número de agüeros que rodean a las brujas.

Ya me encontraba al frente de la casa, la puerta me causó curiosidad, siempre que a mi mente llegaban imágenes de lugares terroríficos, aparecía una casa como esa, tenía dos pisos, la puerta de color verde se estaba poniendo café por el desgaste de la pintura, los muros de tapia estaban llenos de huecos, parecía que se le estuviera saliendo el interior, un corredor pequeño finalizado por una cortina marrón, nos condujo hacia el interior de la casa.

Estando adentro, pude apreciar que no se trataba de una casa normal, parecía más bien una finca antigua, ubicada en la mitad del pueblo, el techo estaba sostenido por columnas exteriores, el lugar esta construido en gran parte con madera, que por los años parecía que en cualquier momento un viento fuerte la fuera a derrumbar.

“¡Doña Marina!” gritó con fuerza mi acompañante, yo sentí curiosidad por la clase de persona que saldría por la puerta del segundo piso, pensaba en la clásica imagen de las brujas creada en los cuentos, una señora despeinada, con una larga nariz, con una verruga en la punta, arrugas en todo su rostro, sonrisa macabra sin dientes, vestido negro, esto iba pensando mientras subíamos a la planta superior, a través de unas escalas que crujían en cada paso que dábamos, parecía que con un simple brinco en las escalas toda la casa se vendría abajo.

Por fin salió la verdadera bruja, ella era muy diferente a lo que las personas conciben como bruja, era de corta estatura, cabello corto, mirada agradable, cuando llegamos estaba preparando el almuerzo para sus hijos que iban a llegar del colegio.

“Bien pueda, siéntense” dijo Marina señalándonos una silla fabricada al parecer por la misma madera de la casa, nos preguntó que si las dos íbamos a fumar y sacó de un escondite en la cocina una cajetilla de Piel Roja, yo dude un poco porque me da un poco de asco el cigarrillo y sobre todo uno sin filtro, pero no iba a renunciar a mitad del camino.

Desde este momento empezó el rito, ella se paró en frente de nosotras conversando como si nada pasara “fume sin tragarse el humo y me lo pasa cuando tenga colillita”. En un momento el lugar se llenó de humo, fumábamos muy rápido para no sentir el agrio del cigarrillo.

Marina hizo una seña con sus manos avisándome que estaba lista para la primera lectura, yo se lo entregué y la mano me temblaba, tal vez mareada por el espeso y blanco humo que nos rodeaba.

“Usted va a tener mucha suerte, dinero, varias personas la piensan con odio, la van a felicitar, se va a encontrar con un trigueño” eran palabras que salían de la boca de Marina de corrido, no pensaba solo decía lo que veía...


(Espere la segunda entrega)

1 comentarios:

7©®6€ dijo...

Mundial!!!

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