UNA FOTO, UN CIGARRILLO, UN DESTINO (segunda parte)

Author: Jacqueline Aguirre / Etiquetas:


Me volvió a entregar el cigarrillo, “siga fumando y me lo vuelve a pasar”, un gato blanco y café comenzó a jugar entre mis piernas, por un momento pensé en la asociación de los gatos con las brujas y le pregunté si era de ella, me desilusionó escuchar que no le gustaban los gatos.


Le volví a entregar el cigarrillo, esta vez vio suerte, dinero, tragedia, lágrimas, la muerte de una persona cercana que no era de mi familia, felicitaciones, más suerte, más odio, no paraba de hablar, parecía un cántico que se sabia de memoria, tenía que leer rápido porque el cigarrillo se consumía a toda prisa.

Otra vez el cigarrillo en mis manos, ya estaba lo suficientemente mareada como para vomitar, los cuadros pintados por las manos de un niño que habían en las paredes se estaban volviendo borrosos, en el fondo sonaba desde otra habitación una canción de reggaetón, me pregunté porque había tanto ruido, muchas personas entraban y salían del lugar.

Marina volvió a tomar el cigarrillo, una separación, el abrazo de un hombre casado muy feo que me iba a incomodar, el encuentro con un casado muy bonito, una revolcada, creo que quiso decir pelea y la palabra mágica matrimonio, usted no se va a quedar beata, yo me reí con esta última frase, pida un deseo, pensé rápido en cualquier cosa, y destruyó el poquito de cigarrillo que quedaba y dijo un fuerte “Sí”.

La sección terminó, ya solo quedaba sacar de mi bolsillo, los 1700 pesos de la consulta, con este dinero Marina haría magia, para comprar algunas cosas para la comida de la noche, pues de este oficio vive ella y sus tres hijos.

El negocio se mueve despacio, al día visitan a Marina 3, 5, 7 personas, por lo general llegan en grupo, algunos piden la lectura del cigarrillo y otros le llevan las fotos de la persona que odian o aman, para que ella, les describa la infancia, y el presente, les lea su corazón, su destino y su suerte.

Pero no todos los días el lugar recibe visitas, en ocasiones le toca a la señora rebuscarse la comida, ella confía mucho en Dios y le encomienda todas sus cosas, “A pesar de que digan que la magia va contra Dios yo se que el me quiere y sabe que utilizo la magia blanca por necesidad”.

Ella dice que no lee el tabaco por que este sí es acolitado por el demonio, pues para recibir información las personas necesitan hacer una serie de rezos y arrodillarse ante Satán.

En la casa no solo habita la familia de Marina, allí viven 4 familias, el lugar pertenecía a los abuelos, y todos se quedaron acompañándolos, con sus nietos, sus esposas y esposos, doce personas en total. El espacio no es muy grande cada habitación es pequeña y por una riña del pasado cocinan en tres lugares diferentes con fogones de leña.

Nos pusimos de pie, para retirarnos, después de conversar con ella me quedó un vació, recorrí otro vez las escalas y ya no eran tenebrosas sino inseguras, volví a mirar la casa y ya no era terrorífica sino miserable, mire las tablas y temí que el viento en realidad se las llevara o que los fogones hicieran de las suyas con los leños.

La fe con tres fumadas, me acercó a mi futuro creo, con esto ya dudé, pero el futuro de Marina y sus hijos sigue siendo incierto, pues el cigarrillo no le dice cuantos clientes tendrá en un día, a ella solo le queda sentarse y esperar su destino.

UNA FOTO, UN CIGARRILLO,UN DESTINO (brujeria) parte 1

Author: Jacqueline Aguirre / Etiquetas:


“Las brujas no existen; pero de que las hay las hay”, este refrán popular le daba vueltas a mi cabeza, ese día en que conocería a una verdadera bruja o adivinadora, podría saber sobre mi futuro, sobre mi presente, sobre quién me odiaba, a quién conocería, eso decían las personas que me habían hablado de ella.

Llevaba años preguntándome por la existencia de las brujas, casi todos los días escuchaba historias diferentes, “las mujeres del Carmen de Viboral son brujas” me decían las personas de los municipios del oriente y yo con inseguridad respondía que era por la belleza de las mujeres que hipnotizaban a los hombres para que se quedaran con ellos.

El gran mito se me convirtió en una aventura, quería explorar en las historias que contaba mi hermano, en las que una bruja lo ahogaba y rasguñaba en las noches, las historias de mi tío que atrapó a una bruja, con una de las tantas formas que se cuentan; decirles que vengan por sal mientras están molestando, poner un poco de sal en algún lugar de la habitación, poner espejos en los cuartos, en fin, el sin número de agüeros que rodean a las brujas.

Ya me encontraba al frente de la casa, la puerta me causó curiosidad, siempre que a mi mente llegaban imágenes de lugares terroríficos, aparecía una casa como esa, tenía dos pisos, la puerta de color verde se estaba poniendo café por el desgaste de la pintura, los muros de tapia estaban llenos de huecos, parecía que se le estuviera saliendo el interior, un corredor pequeño finalizado por una cortina marrón, nos condujo hacia el interior de la casa.

Estando adentro, pude apreciar que no se trataba de una casa normal, parecía más bien una finca antigua, ubicada en la mitad del pueblo, el techo estaba sostenido por columnas exteriores, el lugar esta construido en gran parte con madera, que por los años parecía que en cualquier momento un viento fuerte la fuera a derrumbar.

“¡Doña Marina!” gritó con fuerza mi acompañante, yo sentí curiosidad por la clase de persona que saldría por la puerta del segundo piso, pensaba en la clásica imagen de las brujas creada en los cuentos, una señora despeinada, con una larga nariz, con una verruga en la punta, arrugas en todo su rostro, sonrisa macabra sin dientes, vestido negro, esto iba pensando mientras subíamos a la planta superior, a través de unas escalas que crujían en cada paso que dábamos, parecía que con un simple brinco en las escalas toda la casa se vendría abajo.

Por fin salió la verdadera bruja, ella era muy diferente a lo que las personas conciben como bruja, era de corta estatura, cabello corto, mirada agradable, cuando llegamos estaba preparando el almuerzo para sus hijos que iban a llegar del colegio.

“Bien pueda, siéntense” dijo Marina señalándonos una silla fabricada al parecer por la misma madera de la casa, nos preguntó que si las dos íbamos a fumar y sacó de un escondite en la cocina una cajetilla de Piel Roja, yo dude un poco porque me da un poco de asco el cigarrillo y sobre todo uno sin filtro, pero no iba a renunciar a mitad del camino.

Desde este momento empezó el rito, ella se paró en frente de nosotras conversando como si nada pasara “fume sin tragarse el humo y me lo pasa cuando tenga colillita”. En un momento el lugar se llenó de humo, fumábamos muy rápido para no sentir el agrio del cigarrillo.

Marina hizo una seña con sus manos avisándome que estaba lista para la primera lectura, yo se lo entregué y la mano me temblaba, tal vez mareada por el espeso y blanco humo que nos rodeaba.

“Usted va a tener mucha suerte, dinero, varias personas la piensan con odio, la van a felicitar, se va a encontrar con un trigueño” eran palabras que salían de la boca de Marina de corrido, no pensaba solo decía lo que veía...


(Espere la segunda entrega)